Para muchas cosas buenas que planeamos hacer en el futuro cercano solemos utilizar la expresión “Si Dios quiere”. Como cristianos, esa puede ser una frase de fe y seguridad en el Señor. No obstante, hay un riesgo en usar la misma expresión para evadir nuestra responsabilidad en asuntos que requieren nuestro compromiso.

Me cuesta creer que en tiempos de pandemia pensemos: “Si Dios quiere, el coronavirus será destruido”. Más bien, ¡Dios sí quiere vencer al virus y la enfermedad del COVID-19! El sí de Dios, es que Dios “sí quiere”, no, “si Dios quiere”. En la motivación detrás del “sí quiere” de Dios, está principalmente su amor y también la esperanza. No debemos dudar de que Dios nos ama y quiere salvar su creación.

El “sí quiere”, de Dios, es un ¡SÍ EN JESUCRISTO! Es un rotundo no a la muerte, pero un sí rotundo a la resurrección. Es un rotundo no al sufrimiento y el mal, pero un sí a la vida y la  esperanza.

Consideremos lo siguiente:

Dios está activo en su creación

Primero, un Dios de amor y esperanza participa activamente en todos los niveles de su creación sustentándola y protegiéndola contra el mal y el sufrimiento, esto incluye la pandemia del COVID-19.

Dios trabaja encarnándose

Segundo, Dios en Jesucristo, su Hijo, se ha encarnado y en su forma encarnada nos salvó y sanó de nuestros pecados. Su encarnación la usa como medio para llevar a cabo su salvación. Como dice Juan: ¨Y el Verbo se hizo hombre (carne) y habitó entre nosotros¨(Juan 1:14ªNVI). Sobre la base de la encarnación debemos considerar que la Santa Cena, el Bautismo, la Biblia y las disciplinas espirituales, son medios por los cuales la gracia de Dios se comunica, y son medios que Dios usa para nuestro bien espiritual. De la misma manera Dios usa los medios disponibles en su creación como pueden ser los avances científicos, las instituciones sociales, entre otros, para combatir enfermedades, pandemias, o males sociales para nuestro bien.

El “sí quiere” de Dios y nuestra respuesta

Tercero, Dios participa activamente en todos los niveles de su creación para salvar, sanar y proteger nuestra salud. Su amor y gracia busca una respuesta positiva y activa de la humanidad. La Biblia nos muestra que la respuesta del ser humano puede ser de aceptación o rechazo, pero el “sí quiere”, de Dios, desea que respondamos y aceptemos su buena voluntad, para con nosotros, hoy especialmente para combatir y acabar con el mal que nos aqueja, la pandemia del COVID-19.

El sí quiere” de Dios y nuestra esperanza

Cuarto, el sí quiere, de Dios, está enraizado en la resurrección de Jesucristo. Dios le dio vida a su Hijo muerto en la cruz y sepultado. Dios le levantó de los muertos y nos dio una esperanza viva (vea 1 Pedro 1:3). Los Evangelios proclaman la resurrección como la esperanza de los discípulos de Jesús y de toda la Iglesia. La esperanza en la Biblia no se oye como un “espero que así sea”, o un “si Dios quiere”, más bien se oye como una proclamación que pone en movimiento a la Iglesia. Esta esperanza viva, pone en acción nuestra fe.

El poder más grande es Su amor

Quinto, me parece teológicamente correcto decir que el poder más grande del universo no es en sí mismo el poder de Dios, sino el poder de su amor. Por que fue su amor que venció el pecado y la muerte en la cruz (Juan 3:16), no la fuerza bruta. El poder de Dios no existe aparte de su amor.

El amor de Dios no fuerza la voluntad del ser humano, sino que la persuade. Significa que Dios trabaja sinérgicamente, es decir en colaboración con el hombre y la mujer, y trabaja para su bien y de la creación entera.

Este amor nos impele a cooperar efectivamente con Dios, a través de las instituciones sociales y cualquier otro medio que esté buscando una cura contra la pandemia que nos azota en este tiempo. Nuestra colaboración en este nivel puede ser una expresión de amor muy poderosa que Dios quiere y puede usar.

Palabras finales

  • En nuestra crisis actual de la pandemia del COVID-19 podemos mantener una esperanza viva, poner en acción nuestra fe, uniéndonos solidariamente al propósito amoroso de Dios y a la sociedad para destruir los efectos de este virus.
  • Dios llama a cada uno de nosotros, a cada familia, a cada instancia gubernamental a dar respuestas de esperanza, de amor, de solidaridad, a nuestro prójimo, con todos los medios necesarios y disponibles a nuestro alcance.
  • En otras palabras, tomar precauciones para no contraer la enfermedad, siguiendo los protocolos de higiene, tomando el distanciamiento social adecuado para no infectar a otros, quedándonos en casa, etc. se convierten en acciones que son expresiones de amor poderosas que necesitamos demostrar en tiempos de crisis.
  • ¡Dios sí quiere, y espera nuestro compromiso!.

 

Dr. Marco Velasco
Vicerrector Académico
SENDAS